Tal vez seas de esas personas que, ante el lanzamiento de un nuevo producto, o una recomendación, se deja llevar, y lo compra inmediatamente.
Tal vez tus compras vienen motivadas por la imposibilidad de probar el producto de antemano, teniendo que adquirirlo en su tamaño completo.
Tal vez hayas confiado durante años en una línea de productos que, de repente, ha dejado de funcionar.
Sea cual sea el motivo, si estás aquí puede que acumules en tu casa tantos productos para el cabello, que podrías montar tu chiringuito.
Y, cuando nos ponemos a revisar si estos productos que tenemos almacenados nos sirven o no, es probable que, en ocasiones, caigamos en la tentación de recuperar alguno que incluso haya echado raíces en el armario.
El hecho de que los productos cosméticos no lleven impresa una fecha de caducidad no quiere decir que no caduquen. No obstante, debemos buscar (y encontrar!) ya sea en el envase, o en el packaging, información relativa al período máximo que podría transcurrir desde la apertura del envase.
Esta información puede encontrarse, generalmente, próxima a la lista de ingredientes, mediante el símbolo de un tarro con unos números adentro. Se trata del PAO (Period After Opening), es decir, periodo tras apertura. Así, por ejemplo, “12M” indicaría que, durante los doce meses después de comenzar a usar el producto, éste se podría usar con seguridad. Una vez pasado este tiempo, se desaconsejaría su uso ya que su eficacia no estaría garantizada.
Que la calidad de los productos se mantenga durante su vida útil dependerá del cuidado de los mismos. Detalles básicos como su conservación en lugares secos, lejos de la exposición al sol, o usarlos con las manos limpias y secas, ayudarán a que consumamos estos productos con eficacia y seguridad.
Monitorizar las cualidades de nuestros productos también nos puede ayudar a identificar posibles cambios de color, textura o composición y, en caso de haberlo usado en un estado mejorable, podremos observar una diferencia de resultados.
¿Recuerdas la fecha en la que empezaste a usar los productos que protagonizan tus rutinas? Usar etiquetas en las que figure el día en que fueron usados por primera vez puede ayudar a llevar un buen control.
Y, ¿por qué no aprovechar para evaluar nuestras necesidades actuales y, así, descartar aquellos productos que puedan ser reemplazados? Seguro que será un tiempo bien invertido.
¡Hasta pronto!
Afro Mari Cruz
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